España nunca tuvo tantos ocupados como ahora, pero el riesgo de pobreza es el más alto desde 2016. El mercado laboral se comporta de forma positiva pese al contexto de la guerra, pero la intensidad del empleo cae y con ella, los sueldos.
“Estamos troceando el empleo en España”. La frase es de un sindicalista. Joaquín Pérez, líder de USO que denuncia el incremento de la parcialidad indeseada en España. Según sus cálculos, el 13 por ciento del empleo estable es a tiempo parcial y más de la mitad de esos puestos de trabajo están ocupados por mujeres. Esta realidad explicaría por qué pese a tener récord histórico de ocupación—- casi 20,2 millones a cierre de febrero— la tasa de pobreza roza casi el 30 por ciento (a falta de que el INE actualice los datos a cierre de 2022). “Estamos trabajando menos horas y cobrando menos y en consecuencia tendremos peores pensiones”, añade Pérez.
El sector del comercio, donde se están firmando contratos por apenas 10 o 12 horas al mes, es el paradigma. Los sindicatos luchan para lograr que al menos se establezca un mínimo de 18 horas y que los trabajadores alcancen unos ingresos que les permitan subsistir. En estas condiciones, dice Pérez, “ni siquiera llegan al SMI”.
El contrato fijo discontinuo es el eslabón más débil
Actualmente en España casi la mitad de los contratos en España son indefinidos, pero ahí se incluye el contrato fijo discontinuo, que vino a dar salida a los empleos estacionales pero que se ha convertido en un cajón desastre donde cabe casi todo. También los temporales de corta o muy corta duración. Y aunque su presencia en España solo supone el 5 por ciento de la contratación estable, la opacidad que rodea esta modalidad de contratación hace pensar que es ahí donde “se esconde el grueso de la precariedad en España, el eslabón más débil”.
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